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Rodeado de calles señoriales -Ayala, Claudio Coello y Lagasca- y flotando en un piélago de tiendas de alta costura, el mercado de La Paz es un prodigio del comercio de cercanía que da servicio a los vecinos del Barrio de Salamanca y a los que no lo son.

El mercado, construido en 1882 siguiendo un modelo -hierro y cristal- de Gustave Eiffel, reúne en sus calles, rincones y veladores muchas “ideas de mercado” que confluyen en una sola: la excelencia.

Alrededor del producto, y como celebración cotidiana, ha crecido un entramado de puestos tradicionales que se combinan con servicios de otra naturaleza -peluquería, tintorería, joyería- y con ofertas de esparcimiento sobre el terreno.

Matrimonios que viven a dos manzanas y turistas japoneses se cruzan cada día con oficinistas y jefes de cocina de los restaurantes cercanos. Y vinos de Burdeos, bucatini de Italia o bacalao a la riojana comparten espacio con las naranjas de zumo, la carne del valle del Esla, las croquetas gourmet o el cangrejo real.

En el Mercado de La Paz existe una destacada presencia de la llamada pequeña restauración, ofreciendo al cliente un genuino fish & chip español, cocina italiana, cocina venezolana, cocina mejicana, cocina española y la llamada cocina verde, basada en frutas, verduras y ensaldadas. Eso hace que a la hora de comer, el Mercado esté especialmente concurrido con un público joven que busca nuevas ofertas culinarias en un ambiente único.