El "garrafón" en los locales de ocio de Madrid no llega al uno por ciento
- El relleno en bebidas espirituosas o garrafón consiste en la sustitución parcial o total de una bebida alcohólica de una marca de prestigio, por otra de inferior calidad y menor precio
- La sustitución o manipulación no sólo afecta a intereses comerciales o económicos, puede suponer un problema de salud pública con graves riesgos para el consumidor
- El Laboratorio Municipal estudia el aspecto exterior del envase, la botella que contiene la muestra, y analiza la bebida
- Si el resultado de los análisis confirma que una muestra oficial no es genuina (no corresponde a la supuesta marca comercial) se instruye el correspondiente expediente sancionador
- En el caso de bebidas alcohólicas en las que haya habido adición o adulteración con sustancias que entrañen riesgo para la salud y no sean aptas para consumo, la infracción no descarta la posibilidad de actuaciones penales
La baja incidencia de “relleno” detectada en el control de bebidas espirituosas en los últimos años permite asegurar que el garrafón es un tipo de fraude prácticamente erradicado en la Ciudad de Madrid, ya que afecta a menos del 1% de las muestras investigadas. Entre los años 2000 y 2007 técnicos de Madrid Salud realizaron 578 controles oficiales y solo en cinco casos se demostró que la bebida había sido manipulada y sustituida por otra de inferior calidad (0,9%).
En el periodo 2000-2007 se hicieron 578 controles oficiales para verificar la autenticidad de diferentes bebidas alcohólicas. Las muestras corresponden mayoritariamente a whisky, ginebra y ron de marcas de prestigio, por ser éstas las de mayor demanda en el mercado. Sólo en cinco casos se demostró que la bebida había sido manipulada y sustituida por otra de inferior calidad, lo que representa una incidencia del 0,9% de las investigadas.
El relleno en bebidas espirituosas, conocido popularmente como garrafón, consiste en la sustitución parcial o total de una bebida alcohólica de una marca de prestigio en el mercado, por otra de inferior calidad y de menor precio.
La situación actual nada tiene que ver con la del año 1985, cuando se iniciaron de forma sistemática los controles analíticos en el Laboratorio de Salud Pública del Ayuntamiento de Madrid para investigar el alcance del llamado “garrafón” en los establecimientos de la ciudad. Desde entonces, los técnicos municipales han efectuado campañas de inspección y control de calidad de las bebidas alcohólicas. La mayoría de las muestras que llegan al Laboratorio son aportadas por los servicios de inspección tomadas en establecimientos de la capital, aunque también atienden muestras aportadas por particulares y organismos públicos.
¿Cómo se investiga el fraude?
Para valorar si una muestra es genuina de una determinada marca comercial se compara la muestra recibida con la original aportada por el fabricante o distribuidor de la misma. Para ello, el Ayuntamiento cuenta con la colaboración de FEBE (Federación Española de Bebidas Espirituosas) y de algunos distribuidores (DIAGEO, VARMA), que periódicamente aportan botellas de bebidas alcohólicas para cotejarlos con las muestras recibidas. Las botellas genuinas sirven de patrones.
El primer paso siempre es el estudio del aspecto exterior del envase, la botella que contiene la muestra (si se ha aportado durante la inspección). El Laboratorio Municipal observa la forma y tamaño de la botella, así como el precinto legal de impuesto de bebidas alcohólicas, las etiquetas y leyendas del envase, los cierres, tapones dosificadores y cuantas señales exteriores puedan aportar pistas de manipulación de la botella original. Cualquier alteración de alguno de estos elementos exteriores es indicio de posible alteración fraudulenta que confirmarán los análisis posteriores.
El análisis de la bebida propiamente dicha es el segundo paso y determina una serie de parámetros físico-químicos con una doble finalidad:
1.- Comprobar si la muestra es apta o no para el consumo, es decir, si es conforme con los requisitos mínimos de composición y calidad exigibles por la normativa europea para un tipo de bebida en cuestión. Mediante estos ensayos se verifica si el grado alcohólico y su contenido en metanol son los adecuados.
2.- Verificar la autenticidad de la muestra, una vez comprobada su aptitud para el consumo. Se trata de comparar si los distintos componentes y las concentraciones que están presentes en la muestra coinciden con los del patrón genuino. Por ejemplo, en bebidas como el whisky y el ron dorado es muy representativa la medida del color, ya que varía considerablemente de unas marcas a otras.
Actuación de los servicios municipales
Si el resultado de los análisis confirma que una muestra oficial no es genuina (no corresponde a la supuesta marca comercial) se instruye el correspondiente expediente sancionador, dando la opción al responsable del producto a que realice un análisis contradictorio con el ejemplar dejado en su poder. La confirmación de resultados lleva aparejada una sanción económica al responsable de la manipulación, siempre que se trate de una bebida apta para el consumo.
En el caso de bebidas alcohólicas en las que haya habido adición o adulteración con sustancias que entrañen riesgo para la salud y hayan sido calificadas como “no aptas para consumo”, la infracción conllevaría la adopción de medidas adicionales (intervención cautelar, retirada del mercado, publicidad de la sanción, etc.), sin descartar la posibilidad de actuaciones penales.
El consumidor que pide una copa de su marca favorita en cualquier establecimiento de ocio (bares, pubs, discotecas, restaurantes), tiene derecho a que se le sirva la bebida genuina que solicitó; de lo contrario habrá sido víctima de un fraude, ya que esta práctica está expresamente prohibida por las normas que regulan la comercialización y venta de bebidas espirituosas.
La sustitución no sólo afecta a intereses comerciales o económicos ya que, como ha ocurrido en décadas anteriores, si los alcoholes utilizados no reúnen las suficientes garantías sanitarias para su consumo directo (uso de alcoholes industriales, exceso de metanol, presencia de colorantes prohibidos, puede suponer un problema de salud pública con graves riesgos para el consumidor./