Pablo Palazuelo (1916-2007)

Proyecto para un monumento IV B, 1978. 210 x 188 x 215 cm. Acero cortén.

La obra expuesta en el Museo, Proyecto para un monumento IV B, realizada en acero cortén plegado y recortado, es muy representativa del estilo racionalista del autor y de su formación como arquitecto. Como ocurre con todas sus obras, se trata de una composición aparentemente muy sencilla. La pesada plancha de acero está plegada y recortada con tal habilidad y limpieza que más bien parece un trabajo de papiroflexia, por la sensación de ligereza y movimiento alcanzada en el desplegamiento espacial en varios planos. Consigue plasmar aquello que está presente en toda su obras y el mismo artista ha definido como "el dinamismo de lo aparentemente estático". Palazuelo aprovecha al máximo las cualidades del acero cortén, su textura y calidades cromáticas. La oxidación del acero dota al conjunto de un color rojizo, herrumbroso, con multitud de matices que enriquecen los cambios de luz. El carácter arquitectónico y monumental que siempre ha tenido la escultura de Pablo Palazuelo, se intensifica en los ochenta en obras como Difronte I (1986) o Umbral VII (1989), en las que continúa sus investigaciones sobre el espacio y la forma.

Palazuelo realizó otras obras, en acero pulido, con el mismo título, Proyecto para un monumento IV A.

Pablo Palazuelo es un artista excepcional dentro del panorama del arte abstracto español, no solo por ser autor de una obra muy original y personal, sino también porque se aparta de las tendencias generales en las que se inscriben el resto de los artistas de su generación. Nació en Madrid en 1916. Entre 1933 y 1936 vivió en Inglaterra, donde realizó estudios en el Royal Institute of British Architects de Oxford, y en la School of Arts and Crafts de Londres. Acabada la Guerra civil, decidió dedicarse exclusivamente a la pintura, realizando una serie de obras neocubistas. Se trasladó en 1948 a París, becado por el gobierno francés. Allí se instaló en el Pabellón Español, donde coincidió con otros artistas españoles como Eusebio Sempere y el escultor Eduardo Chillida, al que siempre ha estado unido por una estrecha amistad. En 1969 regresó a España, permaneciendo unos años en Madrid. Más tarde se trasladó a Monroy (Cáceres).

Palazuelo había empezado a adentrarse en la abstracción antes de su marcha a París. Sus primeras referencias fueron la pintura cubista, Mondrian y Paul Klee, realizando ya en 1947 sus primeros dibujos abstractos. En los años cuarenta colaboró en las actividades artísticas de la Galería Clan y participó en la exposición "La Joven Escuela Madrileña" que organizó la Galería Buchholz. En París conoció con mayor profundidad la obra de Paul Klee, que le marcará profundamente y le conducirá definitivamente a la abstracción. Hacia 1953 su estilo está ya definido. Su obra desemboca en una concepción de tipo geométrico muy personal, y se caracteriza por una depuradísima técnica y un admirable sentido del color, constantes estas que estarán siempre presentes a lo largo de toda su carrera. Precisamente esta pulcritud y el estudio minucioso que precede a todos sus trabajos, es lo que caracteriza y condiciona su producción, siempre de alta calidad.

En las pinturas de los años cincuenta y sesenta crea composiciones armónicas en las que formas geométricas poligonales se expanden en el espacio. Más adelante su estilo se va depurando y evoluciona hacia un lenguaje aparentemente más sencillo, pero en realidad más críptico, en el que aparecen multitud de signos, trazos o formas cambiantes que son reflejo de la evolución interior del artista y de sus principios místicos. Son formas que desprenden energía, como ha manifestado el autor en numerosas ocasiones: "El artista trabaja con la materia, que para mí es energía. Con ella se manifiestan o resuenan otras energías tanto físicas como psíquicas, que son las energías físicas y espirituales del artista". Su filosofía personal tiene su fuente de inspiración en el pensamiento oriental y en su interés por las ciencias ocultas. El ritmo que poseen todas sus composiciones está en relación con el lenguaje musical, como expresó el propio Palazuelo en una entrevista: "En muchas ocasiones, cuando estoy trabajando, tengo la sensación de estar escuchando". Ha trabajado desde 1980 en varios proyectos musicales, en colaboración con el compositor belga Frederic Nyst, realizados a partir de estructuras por él diseñadas.

Como en el caso de otros muchos artistas españoles, su obra ha sido reconocida antes en el extranjero que en España. En 1973 tuvo lugar en Madrid, en la Galería Lolas-Velasco, la primera exposición individual dedicada a la obra del artista y en 1982 obtuvo la medalla de Oro de las Bellas Artes.

Palazuelo realizó su primera escultura en 1954. Su obra escultórica se identificará plenamente con sus pinturas, grabados y dibujos, llevando a las tres dimensiones sus formas geométricas planas. La escultura ocupará cada vez un lugar más importante en la obra de Palazuelo, sobre todo a partir de los años setenta. Además de la obra expuesta en el Museo de Arte Público, Palazuelo ha realizado varios proyectos monumentales para Madrid y otras ciudades.

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