La Torre de la Parada
En esta obra se representa la Torre de la Parada en el Monte de El Pardo, uno de los “Reales Sitios”, residencias de recreo que, desde Felipe II, los monarcas concibieron como lugares de descanso, alejados del Alcázar. Algunos de ellos se utilizaron, además, como cazaderos, y este es el caso la Torre, una pequeña construcción convertida en pabellón de caza, donde los reyes y su séquito podían descansar tras las jornadas cinegéticas.
Al valor iconográfico de la Torre - la arquitectura como símbolo del poder de una dinastía-, se une el del paisaje, una panorámica del Real Sitio de El Pardo, que queda excluida del espacio de la Torre por las tapias que la limitaban y aislaban del extenso monte.