Confluencias: intersecciones entre palabra e imagen

ULTIMOS DÍAS. El Museo de Arte Contemporáneo presenta una muestra que aborda la relación existente entre la palabra y la imagen, a través de una selección de obras de la colección permanente del museo.

 

Ut pictura poesis. Cual la pintura, tal es la poesía. Esta sentencia, recogida por Horacio en su Arte poética del siglo I a. de C., señala una íntima conexión entre el signo icónico y el signo verbal, entre la imagen y la palabra. Una relación compleja, no carente de detractores a lo largo de la historia, que abarca múltiples fenómenos, desde cuestiones formales y estilísticas propias de la poesía visual, pasando por el empleo del lenguaje liberado de su dimensión semántica para fortalecer la dimensión expresiva y gráfica de las palabras, hasta la comprensión textual de la práctica artística propia del pensamiento posestructuralista.

 

Confluencias. Interconexiones entre palabra e imagen se centra en dos aspectos de esta relación a través de una selección de obras de la colección permanente del museo. Para ello, no hay lugar mejor que esta sala dedicada al despacho de Ramón Gómez de la Serna, un gran mirador, como el mismo llegó a definirse, en el que la palabra y la imagen se articulaban en una profunda unidad.

 

La palabra iluminada aborda la relación más habitual entre ambos elementos, la ilustración. Desde los códices miniados producidos en la Alta Edad Media, la imagen ha servido como traducción visual del contenido del texto. Si se tiene en cuenta los niveles de analfabetismo en otras épocas, se entenderá la importancia de esta relación.

 

Así, la obra de Francisco Farreras busca materializar el aire nihilista de los versos de Pessoa en unas composiciones sobrias y austeras; Mari Puri Herrero nos transmite en unas imágenes melancólicas, el enigma de la identidad que propone Emily Dickinson en su poema; Isabel Villar muestra la conexión entre su particular mundo visual naif y el texto de Gonzalo Alonso-Bartol; Amaya Bozal reproduce toda la fuerza, textura y materialidad que desprende el poema de Antonio Gamoneda. Maruja Mallo, en la primera carpeta de obra gráfica que realizó en su trayectoria, homenajea a la Revista de Occidente de Ortega y Gasset, en cuya redacción realizó su primera exposición y en la que colaboró entre los años 31 y 36 realizando tres calendarios, cuyas ilustraciones aparecían en la cubierta cada mes. Posteriormente vino la guerra, el exilio y el posterior retorno a España, momento en que crea estas obras.

 

La grafía como materia profundiza en la utilización de la palabra como herramienta de creación de la obra visual, como un repertorio material más a disposición del artista. En este caso, los artistas han investigado diferentes aspectos de la potencia visual de las palabras.

 

Eduardo Scala indaga en la estructura oculta de las palabras para ofrecernos retratos de destacados creadores y científicos en una serie inspirada en la poesía visual. Y lo hace en obras bidimensionales y tridimensionales, como los retratos de Alejandra Pizarnik y de Manolo Millares. Precisamente cerramos la exposición con el diario inventado por este último de una excavación arqueológica imaginaria. Un diario lleno de anotaciones y grafías imposibles pero de gran potencia visual y expresiva que pone de manifiesto la gran importancia de la arqueología en el universo visual del artista canario.

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