Pablo Serrano (1908-1985)
La gran obra expuesta en el Museo de Arte Público pertenece a la serie Unidades-Yunta, en la que el artista simplifica temas ya tratados en otras series como Hombres-bóveda y Hombres-puerta. La escultura se compone de dos piezas independientes, de formas redondeadas, que representan la fusión de las fuerzas opuestas que configuran el mundo: lo material y lo espiritual, la vida y la muerte, lo masculino y lo femenino. Estas formas sugieren un movimiento de integración de manera que incluso podrían llegar a acoplarse en una unión perfecta. El interior de bronce dorado, brillante y pulimentado, contrasta con un magma exterior rugoso y sombrío, con multitud de marcas e incisiones, creándose un bellísimo juego de contrastes entre las sensuales formas cóncavas y convexas, las luces y las sombras, y la materia pulida y en estado semibruto. Una serie de signos realistas hacen referencia a la capacidad creadora del hombre, y establecen una relación con el pasado más remoto y el presente de la humanidad: un par de huellas de manos -impresas en la parte trasera de cada pieza- que nos recuerdan las pinturas rupestres del Paleolítico, y unos frascos que emergen de la masa de bronce, como alusión simbólica a la civilización moderna.
Pablo Serrano es conocido, sobre todo, por sus sólidos monumentos que forman ya parte del paisaje de muchas ciudades españolas y americanas como Madrid, Salamanca, Montevideo, Puerto Rico, Zaragoza o Las Palmas. Precisamente esta faceta del artista como creador de grandes monumentos, es la que ha hecho de él uno de los escultores más admirados y polémicos de los últimos tiempos. Pero Pablo Serrano es también autor de otra obra, más vanguardista y menos conocida por el público, en la que se expresa lo más atractivo de su rica y profunda personalidad.
Pablo Serrano nació en Crivillén, pequeño pueblo de Teruel, en 1910. Realizó sus estudios en Zaragoza y en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona. Entre 1930 y 1954 vivió en Argentina y Uruguay. En Montevideo conoció al pintor Joaquín Torres García, y a partir de 1946, participó en los Salones de Arte Nacionales de Uruguay, fundando con otros artistas el grupo "Paul Cézanne". Hasta 1940 sus obras se inscriben dentro de un academicismo que pronto evoluciona hacia una figuración barroquizante expresionista. No comenzó a explorar las posibilidades de la escultura abstracta hasta su encuentro con Torres García. A principios de los años cincuenta su obra evoluciona hacia un expresionismo en el que se pone gran énfasis en las texturas, característica ésta que perdurará a lo largo de toda su obra. A su regreso a España en 1954, obtuvo el Gran Premio de Escultura de la III Bienal Hispanoamericana que se celebró en Barcelona y que le dió a conocer en el extranjero. En 1956 visitó varios países de Europa y estudió profundamente la plástica postcubista europea, sintiéndose especialmente atraído por la obra de Julio González. En 1957 fundó con otros artistas el movimiento El Paso, en el que se aglutinan, sobre todo, representantes del informalismo. El grupo celebró su primera exposición en la Galería Buchholz de Madrid, pero al año siguiente Pablo Serrano y su mujer, la pintora Juana Francés, lo abandonan.
La obra de Pablo Serrano es muy cambiante y de un gran eclecticismo; reiteradamente se debate entre la figuración y la abstracción, pero la constante será un vigoroso expresionismo que caracteriza el conjunto de su obra. a partir de 1960 trabaja en varias series espléndidas, que Julián Gállego considera como lo mejor y más coherente de su producción, en las que pone de manifiesto sus investigaciones sobre el espacio y la luz: Bóvedas para el hombre (ésta a su vez se compone de tres series: Bóvedas para el hombre, Hombre-bóveda y Bóvedas lumínicas), Hombres con puerta y Unidades-Yunta. En 1970 Pablo Serrano dio a conocer el manifiesto que tituló Intra-Espacialismo con el que el artista pretendía "volver a considerar la posición moral del hombre frente al mundo actual que le rodea". Pablo Serrano agrupó dentro del Intra-Espacialismo diversos trabajos como los titulados Bóvedas para el hombre y Unidades-Yunta en los que aborda el tema de la comunicación y la necesidad de la búsqueda del otro, y en lo que queda patente el humanismo que emana toda la obra del artista.
En 1981 fue nombrado académico de la Real Academia de bellas Artes de San Fernando y en su discurso de ingreso el artista expuso sus ideas sobre la escultura: "La escultura es un medio de expresión que da forma concreta al pensamiento. Una escultura, como un libro, es una conciencia, y una conciencia se forma y se forja en el trabajo de todos los días, en la inseguridad y la relatividad cambiante, consciente de vivir nuestra época de incertidumbre, sin olvidar las fuentes de un rico manantial histórico que nos ha precedido". Pablo Serrano murió en Madrid en 1985. En 1986 se creó en Zaragoza la Fundación Museo Pablo Serrano.