Marcel Martí (1925-2010)

Proalí, 1984. 195 x 80 x 70 cm. Bronce.

La escultura que se expone en el Museo de Arte Público, Proalí, es una réplica exacta en bronce del original, en mármol blanco, que se conserva en el patio del Museo de Historia (Antiguo Museo Municipal de Madrid), ejecutada por el propio artista, pues la de mármol fue dañada levemente en 1983 a consecuencia de un accidente automovilístico.

Proalí es un claro ejemplo del lenguaje organicista del autor, un lenguaje riguroso y ordenado, que se expresa en composiciones de formas sensuales y pulidas, que se debate entre la figuración y la abstracción. Martí crea una composición unitaria y dinámica, de ritmo ascendente, sólida y esbelta en la que se establece un juego entre formas ambiguas, curvas y onduladas, asimétricas y muy pulimentadas, que crean curiosos efectos de claroscuro. En esta obra se pone de manifiesto la enorme capacidad del artista para crear formas simbólicas capaces de transmitir emociones, que nos trasladan a un mundo primitivo, mágico e intemporal, donde la obra adquiere una presencia y una autonomía de expresión, que le confieren un carácter sagrado, casi totémico.

Marcel Martí es uno de los grandes escultores catalanes contemporáneos y una de las figuras más representativas del movimiento artístico renovador que tuvo lugar en la Barcelona de la postguerra. Nació en Alvear (Argentina) en 1925, de padres españoles, que le trajeron a España cuando sólo contaba un año y desde entonces ha residido en Barcelona, donde se inició en el conocimiento de la pintura. Artista de formación autodidacta, empezó a pintar a los 17 años. Será a partir de 1946 cuando empiece también a interesarse por la escultura y desde 1953, después de haber realizado varias exposiciones de pintura, se dedicará por completo a esta actividad. Tras una etapa figurativa, a partir de 1958 evoluciona hacia la abstracción. en sus primeras obras es palpable la influencia de la obra de grandes maestros de la escultura moderna, como Moore, Zadkine o Julio González. a pesar de sus incursiones en la abstracción geométrica y sus contactos con el neoconstructivismo en sus primeros tiempos, Marcel Martí ha sido considerado siempre como un escultor ligado al informalismo por el fuerte carácter expresionista de sus obras. A principios de los años sesenta se dedicó casi exclusivamente a los metales, hierro y cobre, realizando obras fundamentalmente geométricas en las que dominan los ángulos y aristas.

Desde mediados de los sesenta, sin embargo, Marcel Martí retornó a las formas naturales, y desarrolló un lenguaje más humano, cargado de simbolismo. Este artista, como la mayor parte de los escultores contemporáneos, concede una gran importancia a los materiales empleados en su trabajo. Así lo manifestó en alguna ocasión: "La escultura significa para mí el sentido transcendente de la existencia expresado en la materia, donde intento plasmar mis intuiciones y vivencias por una afinidad extraña en el diálogo físico del mundo propio al eterno". Por este motivo emplea en sus esculturas los más diversos materiales: el hierro, el bronce, la piedra caliza, el mármol, la arcilla, la madera, el polimetacrilato o el acero corten. Sus obras más características son esculturas orgánicas que recuerdan en algunos casos a las formas modernistas de Gaudí. Su lenguaje, en el que se combinan los elementos cóncavos y convexos de líneas cada vez más sencillas y depuradas, da lugar a una obra de gran coherencia y perfección en la que el artista valora cada vez más los volúmenes. Las composiciones que crea Marcel Martí son formas orgánicas, vivas, que en ocasiones trascienden la intención inicial del artista.

A Marcel Martí siempre le interesó la escultura monumental y el entorno urbano para el que están concebidas sus obras.

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