Eusebio Sempere (1923-1985)
La escultura que el artista donó al Museo es un Móvil, realizado con varillas de acero inoxidable.
Está compuesta de dos planos cuadrados de igual tamaño, suspendidos verticalmente y paralelos entre sí a 20 cm de distancia. En la pieza delantera, las barras forman un recuadro que enmarca dos motivos geométricos con formas angulares: un rombo y un aspa, mientras que en el plano del fondo están dispuestas sencillamente en horizontal. La superposición y entrecruzado de líneas produce en el observador una serie de sensaciones visuales, previamente calculadas por el artista: alteración óptica, sinuosidad o efecto "moiré", ilusión de relieve y una vibración que puede resultar incómoda.
La escultura está colgada, por medio de hilos tensores, de uno de los estribos del puente y las varillas que la componen son muy flexibles, así el viento, la trepidación del tráfico, o el propio espectador pueden hacer que cimbree o se mueva. Por su parte, la luz produce reflejos en el metal cromado al atravesar las tramas, de forma que, junto con los demás efectos visuales y de movimiento, origina una contínua transformación del aspecto de la obras, en la que tiene mucha participación el azar. El lugar donde está ubicada es, por otra parte, otro de los elementos configuradores de la composición, porque a través de ella, como si fuera una celosía, se obtiene toda una perspectiva del puente y el parque-museo. En Pedraza (Segovia) hay un Móvil de características muy semejantes, el primero de la serie, realizado en 1960, y en 1965 expuso otro en una importante exposición sobre arte óptico, "The Responsive Eye", organizada por el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
En la configuración del Museo de escultura abstracta de la Castellana, fué decisiva la labor realizada por Eusebio Sempere, que -según Fernández Ordóñez- "luchó contra viento y marea" para sacar el proyecto adelante, algo muy propio de este artista que, a lo largo de su vida, colaboró en todo tipo de iniciativas que supusieran una renovación o difusión del arte contemporáneo.
Sempere nació en Onil (Alicante) en 1923. Después de la Guerra, se trasladó a Valencia, donde estudió en la Escuela de Artes Aplicadas y más tarde en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, realizando sus primeras pinturas, grabados y dibujos, de carácter figurativo. en 1948, mediante una beca, inició una estancia en París que se prolongaría durante 10 años, en los cuales completó su formación se relacionó con numerosos artistas y participó activamente en las corrientes más progresistas del arte europeo. Desde un principio se interesó por el constructivismo geométrico y las nuevas corrientes del cinetismo óptico, a partir de la influencia que en él ejercieron Kandinsky, Mondrian y Paul Klee. Todo ello se manifiesta en la serie de gouaches abstractos, realizados entre 1953 y 1960, en los que se estudiaban las sensaciones visuales y vibratorias obtenidas por una determinada distribución sobre el plano de formas y colores.
Más tarde, Sempere empezó una nueva línea de investigación experimentando sobre el uso de la luz artificial en la creación plástica, dentro de la tendencia entonces en boga de acercamiento entre la técnica y el arte. Él mismo afirmaba que se encontró, como otros artistas modernos, "dominado por una precisión de realidad, necesitaba un movimiento, una luz y un espacio que fuesen físicamente reales" y todo ello lo podía conseguir aprovechando las posibilidades de la técnica moderna. Estas ideas se encuentran reflejadas en el manifiesto que publicó en 1955 sobre el tema, a propósito de la presentación de sus relieves luminosos, realizada en el "Salón del Realités Nouvelles", en París, que apoyaba todo este tipo de iniciativas.
Ante el cambio experimentado por el ambiente artístico del país, en 1959 regresó a España dispuesto a colaborar en los nuevos movimientos de vanguardia y, en este mismo año, entró a formar parte del grupo Parpalló. No abandonó, sin embargo, el panorama internacional en el que se le abrían nuevos caminos, después de su presentación en las Bienales de Sao Paulo y Venecia.
Las esculturas de Eusebio Sempere, comenzadas a mediados de los años 60, son composiciones realizadas por lo general a base de varillas metálicas, con formas geométricas y método constructivo, en las que consigue efectos visuales, lumínicos y de movimiento, que a veces se accionan manualmente con la participación directa del espectador, aportándoles un cierto carácter lúdico. Sus primeras obras tridimensionales fueron móviles, a modo de rejas, que, en opinión del propio autor, no se pueden considerar como auténticas esculturas, pues lo definitorio en ellas no es el volumen sino la imagen plana. Después de realizar móviles circulares, en 1969 comenzó varias series con un verdadero concepto escultórico de las formas y del espacio.
Al mismo tiempo, el artista había reanudado su línea de experimentación que conjugaba el arte y la tecnología. A principios de los años 70, Sempere trabajó en varias obras de diseño de ambientes en relación con la arquitectura, entre ellas el proyecto del Museo de Arte Público para el que elaboró además de una escultura, el modelo de la barandilla, la fuente, los bancos y los prismas de luz. Junto a estas actividades tan dispares, el artista nunca abandonó a lo largo de su carrera la pintura y el grabado, con una importante obra gráfica en la que se aprecia, como él mismo reconocía, un cierto sentido lírico que sirve de contrapunto a la rigidez de las formas geométricas.
Consciente de la importancia que tenía la educación del gusto estético para una mejor comprensión del arte contemporáneo, Sempere donó en 1974 su colección particular a la ciudad de Alicante, once años antes de su fallecimiento en su pueblo natal, Onil.