Diseño ecosostenible
Diseño conceptual
La geometría simbólica y funcional del parque Forestal de Valdebebas-Felipe VI le otorga la silueta de un gran árbol, visible desde el aire, y su diseño gira alrededor de los sistemas forestales, estando representados los principales ecosistemas vegetales del entorno geográfico de Madrid. Junto a estas premisas, su diseño conceptual queda integrado por distintas tipologías de “bosque”:
- La fachada urbana de Cárcavas (el bosque en la ciudad).
- El río (el bosque fluvial).
- Las Terrazas (el bosque cultivado)
- El Arboreto (el bosque isla).
- La Copa (el bosque cerrado).
- El laberinto forestal (el bosque perdido).
- Campo abierto (el bosque transformado).
- Zonas periféricas (el bosque exterior).
- Bosque de los ciudadanos.
El diseño conceptual del Parque Princesa Leonor persevera en su misión de reflejar las principales especies vegetales autóctonas de la zona y su entorno geográfico, pero añade una zona agrícola dedicada a paisajes productivos con cultivos representativos de la región, principalmente frutales y cultivos de secano, y establece setos vivos que garantizan un hábitat propicio para aves e invertebrados. La restauración hidrológica ha sido una parte fundamental del proyecto, centrándose en la recuperación de la función de los arroyos y de los cauces secos y en la creación de una laguna con vegetación adaptada a soportar el encharcamiento.
Empleo de recursos hídricos alternativos
El agua es un elemento fundamental tanto en la temática como en la estética del parque, acompañando al visitante en los distintos itinerarios. Su uso sostenible es un objetivo primordial en el diseño del parque. Se proyecta para ello un sistema de gestión integral basado en tres pilares: la diversificación de orígenes (agua regenerada, agua de escorrentía recogida en el propio parque y agua potable), la regulación y el aprovechamiento de los recursos propios.
Aprovechamiento de aguas pluviales
En el parque se realiza una gestión integral de aguas pluviales en todo el ámbito, centrada en la recogida del agua de lluvia de las amplias cuencas vertientes. A través de una amplia red de colectores, drenes y cunetas en superficie, se deriva el agua a una gran balsa de regulación. Una red de cauces que discurren por las vaguadas es alimentada por el agua de la balsa, desde la que se realiza un bombeo a cabecera de cada uno de los cauces (6 en total). Se consigue así un triple objetivo: reserva de agua, fomento de la biodiversidad y aprovechamiento del potencial estético que ofrece un curso de agua.
Empleo de agua regenerada en el riego del parque
Aunque la vocación del Parque es claramente forestal, existen zonas de jardinería con riego, y es necesario prever agua de riego en los primeros años de establecimiento de las plantaciones. Por ello se ha dispuesto el empleo, controlado y restringido, de agua regenerada para tal fin. Desde dos depósitos propios del Parque, con capacidad de 7.000 m3, se establecen 4 circuitos cerrados desde los que se abastecen tanto la red básica de bocas de riego, en zonas rústicas, como los sistemas automatizados de las zonas más jardineras. Con esta medida se reduce al mínimo el consumo de agua potable que queda limitado a las fuentes de beber y a los establecimientos públicos que puedan establecerse.
Un humedal natural
En el interior del parque existía originalmente un humedal natural, aunque casi oculto por acopios incontrolados, se limpió y protegió desde el inicio de la creación del parque, se potenció con la ubicación paralela de un cauce de pluviales y la instalación de una balsa de regulación (antes mencionada) al final del mismo. El resultado, al día de hoy, ha sido un incremento explosivo de la escasa fauna antes presente en el ámbito, y que, sin duda alguna, es un valor añadido del parque.
Biodiversidad
El Parque se erige como un ejemplo de regeneración ecológica y diseño paisajístico sostenible, que ha trasformado terrenos previamente degradados en un ecosistema natural que refleja la biodiversidad del centro de la península ibérica. Alberga varios miles de árboles y arbustos, muchos autóctonos, adaptados al clima y al suelo, y su creación ha supuesto una explosión de fauna autóctona.
La creación de diferentes hábitats dentro de un mismo entorno, ha contribuido a un importante aumento de la biodiversidad, llegándose a identificar más de 100 especies distintas de fauna (sin contabilizar invertebrados), en una zona que anteriormente solo albergaba fauna ligada a eriales y matorral disperso (principalmente conejos, liebres, perdices y fringílidos).