20. Postes de fauna
¿Por qué hacemos esto?
Cada vez es más difícil para aves y murciélagos encontrar espacios de nidificación y refugio en la ciudad. En general muestran una elevada filopatría, es decir, reutilizan sus nidos y refugios año tras año, ya que ello les facilita invertir toda su energía en la crianza.
Los nidos de los aviones comunes, que se sitúan en aleros y cornisas, se eliminan por obras en fachadas, demolición de edificios o alegando que generan suciedad. La escasez de barro y lugares adecuados dificulta que los hagan de nuevo.
Vencejos y murciélagos utilizan huecos y grietas en edificaciones, que se tapan en las obras de rehabilitación o desaparecen por la demolición de edificios antiguos. Encontrar huecos alternativos adecuados no es tarea sencilla en unas edificaciones cada vez más estancas. Esto y la desaparición de arbolado maduro dificulta encontrar lugares adecuados para criar también para los autillos, que hacen sus nidos en oquedades y orificios en paredes, taludes, construcciones y árboles maduros.
¿Sabías que…?
Estas especies son filopátricas, es decir, vuelven a criar al lugar donde nacieron y reutilizan sus nidos año tras año, ya que ello les permite invertir toda su energía en la crianza de sus polluelos. Por ello, la destrucción u obstrucción del acceso a sus nidos disminuye su productividad y puede suponer la pérdida de las colonias y la reducción de sus poblaciones, sumándose a otros factores de amenaza.
Los vencejos, aviones comunes, autillos y murciélagos se alimentan de insectos, que consumen en grandes cantidades, ayudando a controlar las poblaciones de algunas especies molestas para el ser humano, como moscas, mosquitos y chinches o cucarachas.
Un nido completo de avión común puede requerir más de 2.500 bocados de barro, o lo que es lo mismo, la pareja puede realizar más de 5.000 viajes entre el lugar en el que consiguen el barro y el lugar de construcción del nido durante las dos semanas dedicadas a concluir la obra.