Teatros en llamas

Incendio Teatro Novedades

La historia de los incendios en los teatros es casi tan antigua como su propia existencia, puesto que eran locales en los que se concentraba un gran número de personas y contenían materiales muy inflamables

En 1867 comenzó a desarrollarse un sistema preventivo en este tipo de recintos consistente en destinar, únicamente durante las representaciones, dos mangueros de retén uniformados.

Ese mismo año tuvo lugar un incendio en el salón grande del Real Conservatorio de Música y Declamación en el Teatro Real. Aunque el fuego se propagó rápidamente en toda la fachada que daba a la plaza de Isabel II, se logró cortarlo antes de que llegara al escenario.

Tras el Real, ardieron en Madrid el teatro de la Risa (1873), el Price y el Romea en 1876 y el Recoletos (1887). Peores consecuencias tendría el devastador incendio del Variedades acaecido el 28 de enero de 1888.

El 19 de julio de 1903 las llamas redujeron a pavesasel teatro Eldorado en apenas veinte minutos. Sobre el origen del siniestro circularon diferentes versiones: la Prensa dijo que se habían dejado los hornillos de la cocina encendidos, también se habló de un fallo en la instalación eléctrica y, por último, que un artista olvidó apagar una vela en su cuarto. Mucho se especuló, además, sobre las anomalías del servicio: mangajes rotos, escasez de agua, falta de aparatos y de organización...

El 8 de noviembre de 1909 ardería asimismo el teatro de la Zarzuela, uno de los más antiguos de la Villa. En este caso solo quedaría en pie su fachada, y aunque no corrieron peligro los edificios circundantes, sí resultaron heridos varios bomberos, uno de ellos de gravedad.

El teatro de la Comedia, en la calle del Príncipe, se vería afectado por otro incendio el 18 de abril de 1915 como consecuencia de un cortocircuito surgido en el fondo del escenario.

El 23 de septiembre de 1928 tuvo lugar la tragedia del teatro Novedades en plena representación. Se inició por un cortocircuito en los cables de una bambalina decorada con farolillos a la veneciana. El saldo fue aterrador: 72 muertos, cifra que posteriormente se elevaría hasta los 80 o 90.

 

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