Gallardón y Hereu presentan el retrato de una España “vigorosa y desorientada”
- Juliana tiene sentimientos contradictorios con Madrid: áspera y agitada; dinámica y compleja
- La capital ha tratado de expandir su prosperidad, ganada gracias a "su manera de ser"
- El vínculo iberoamericano otorga a Madrid el carácter de ciudad global
A la presentación de "La deriva de España. Geografía de un país vigoroso y desorientado" han asistido el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, y su homólogo de Barcelona, Jordi Hereu. Además, también se han desplazado hasta el Palacio de Cibeles el diputado Josep Antoni Duran i Lleida, y el vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, entre otros.
"La deriva de España. Geografía de un país vigoroso y desorientado" es el último libro de Enric Juliana. Un análisis de este país realizado desde una perspectiva "cenital que le permite mirar desde arriba", según ha reconocido el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, en la presentación de la obra, un acto que ha compartido con su homólogo de Barcelona, Jordi Hereu. Además, también se han desplazado hasta el Palacio de Cibeles el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho; el diputado Josep Antoni Duran i Lleida; la portavoz del PP, Soraya Sáenz de Santamaría; el vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, y los embajadores de Portugal e Italia, entre otros.
Enric Juliana tiene sentimientos contradictorios con Madrid, constata Ruiz-Gallardón. "Por una parte nos ve como un territorio áspero, agitado, más dramático de lo que somos. Por otro, reconoce que nos hemos transformado, que el Madrid administrativo ya no existe, y que se ha convertido en una ciudad múltiple, dinámica, compleja". "Aunque nos vaticina, con la crisis, un endurecimiento de las relaciones, porque cree que nuestra prosperidad no tiene una verdadera raíz social. Yo sí. La prosperidad de los últimos años no es un accidente. Nace de una manera de ser, que es justo la de querer ser, la de elegir un destino, la de no sentirse ancestralmente determinados por nada".
El título del libro adelanta el abanico de emociones que le produce este país, entre el vigor y la desorientación. Reconoce que "los últimos treinta años han sido los mejores de este trágico país", ya que "por primera vez, se han aunado democracia y bienestar; libertad política y mejora material." La distancia a la que se sitúa de la realidad, "la media distancia", la que equidista entre el catastrofismo y el optimismo azucarado, coincide con la del propio alcalde madrileño. "También a mí me gusta esa distancia. Cuánto tiempo y energía nos ahorraríamos en España si acertáramos todos a dar con esa media distancia".
Mapas del futuro
La mirada inteligente de Juliana le coloca en cierta soledad. "La de quien desde esa altura ve y comprende pero no se siente acompañado en esa inteligencia. Porque el autor de La deriva de España se queja de que la discusión estratégica ha sido expulsada del debate político, de modo que los mapas del futuro español los dibujan fuera de la península". "Así se entiende que España no termine de insertarse, por ejemplo, en la alta velocidad ferroviaria que debería conectar con Francia -que Juliana juzga interesada en mantenernos en una posición periférica-, o que se nos escape que el gran desequilibrio del bienestar nacional no se produce entre Norte y Sur, sino entre Este y Oeste".
La obra es una visión de España cenital, un plano general tomado muy arriba, con mucha perspectiva, con un enorme sentido de la historia, la política, la economía, la sociedad. "Y eso se nota cuando en una línea pasa de los comuneros a las autonomías con la naturalidad de quien habita en la cultura sin que casi nada le suene ya a nuevo, es decir, entendiéndolo casi todo", afirma Ruiz-Gallardón a quien le resulta inevitable el recuerdo de Pla. "Ese Pla que recelaba de Madrid, para qué vamos a engañarnos, y que sin embargo se ocupó de él con paciencia y curiosidad. Pero Juliana es un Pla más amistoso y más comprometido, y a diferencia del ampurdanés no se parapeta en su inteligencia, sino que la ofrece, poniéndola al servicio de todos, es decir, al servicio de España. Porque además de tener la misma prosa magnífica del autor de Madrid, 1921, Juliana vive en la mesura mediterránea, en eso que Camus llamó el pensamiento de mediodía".
Las tres marcas
Para el autor las zonas mejor integradas y que constituyen tres islas de prosperidad son Madrid, País Vasco y el eje mediterráneo. "Es desde luego una invitación a la reflexión y el trabajo desde ahora mismo. A Madrid esa proyección no le satisface, porque nunca hemos querido instalarnos en una riqueza solitaria que además de insolidaria es inviable. Y aunque disiento del autor cuando caracteriza a Madrid como motor europeo y no como ciudad global -lo es, con Londres y París, gracias al vínculo iberoamericano-, creo que acierta al reclamar que esta imagen sea objeto de atención a la hora de definir la agenda política,
El alcalde manifestó que "nunca ha escatimado Madrid su voluntad de extender esa mancha de prosperidad, y si para ello yo propusiera ahora el establecimiento de un eje y un liderazgo conjunto Madrid-Lisboa o Madrid-Barcelona, no sería la primera vez que lo hago. Juliana lo reconoce y yo se lo agradezco". "Lo hace -prosiguió- cuando me atribuye una idea que llama innovadora, pero que en realidad pertenece a la sociedad madrileña y que está en su tradición, que concibe a Madrid como impulsora del sistema España, en cooperación con Barcelona, Valencia, Bilbao, Sevilla. Una España en red de la que Madrid es potente eslabón pero no aspirador de todas las energías".
El alcalde finalizó su intervención creyendo "haber comprendido la generosidad de fondo que, bajo esa mirada crítica y exigente, alienta en este viaje de Juliana por una España a la que está advirtiendo de muchos riesgos, sin regodearse en ellos. Y no puedo estar más de acuerdo en su reflexión final, cuando el autor fía nuestras posibilidades de salir adelante no sólo al esfuerzo de la sociedad por contener las tensiones, sino también en la capacidad de sus dirigentes de sofocar y canalizar el principal de nuestros defectos. Ese fondo de fanatismo del alma ibérica que la mesura de autores como Enric Juliana en buena parte desmiente".