Homenaje a un genio
- Recopila la herencia de 60 años dedicados a la composición de un músico que exploró géneros como el sinfónico, el concertante con orquesta, el lírico o el sinfónico-coral
- Narciso Yepes, Ataulfo Argenta, Jesús López-Cobos, Teresa Berganza, Montserrat Caballé o Joaquín Achúcarro ponen su talento al servicio de la música de Rodrigo
- Gracias a piezas como el Concierto de Aranjuez, el mundo ha descubierto la riqueza musical de la España del siglo XX
- Recibió la Medalla de Oro de la Ciudad de Madrid en 1990
El alcalde de la Ciudad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, ha asistido esta tarde a la presentación de "La obra de un genio 1901-1999", que condensa en tres discos una herencia musical de más de 60 años dedicados a la composición. Narciso Yepes, Ataulfo Argenta, Jesús López-Cobos, Teresa Berganza, Montserrat Caballé o Joaquín Achúcarro son algunos de los directores, cantantes, guitarristas o pianistas que interpretan al maestro en esta recopilación.
Decía que la música era su ilusión, su encanto y su alegría. Confesaba sentirse enamorado de ella. Quizás porque una enfermedad llenó de oscuridad sus días y la música se convirtió en luz durante el resto de su vida. Se cumple una década de la desaparición de Joaquín Rodrigo, uno de los embajadores de la música española, y se le rinde homenaje precisamente con lo que para él era la mejor poesía de la que dispone el mundo, la música, con la edición del disco La obra de un genio 1901-1999.
Hoy el alcalde de la Ciudad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, ha asistido a la presentación del disco en la que se descubre "el trazo refinado e íntimo que imprimió a cada nota que escribió y que se manifiestan en unas obras que permanecen intactas por su capacidad inagotable para despertar sensaciones y sentimientos". La obra de un genio condensa en tres discos una herencia musical que abarca más de 60 años de absoluta dedicación a la composición. En este recorrido Narciso Yepes, Ataulfo Argenta, Jesús López-Cobos, Teresa Berganza, Montserrat Caballé o Joaquín Achúcarro son algunos de los directores, cantantes, guitarristas o pianistas que han puesto su talento al servicio de la música de Rodrigo.
Embajador de la música española
Rodrigo redescubre una música que cierra una etapa brillante de la composición española que comienza con Albéniz y Granados, y que culmina en Falla. Fue continuador de la edad de plata de la cultura española y se convirtió en "referente musical de una España culturalmente desdibujada tras la Guerra Civil", afirmó el alcalde.
Su proyección exterior, sustentada en su propia música y en quienes la han dado a conocer por los cinco continentes, le convierten en embajador de la música española. "A través de su Concierto de Aranjuez o de su Fantasía para un gentilhombre, millones de ciudadanos de todo el mundo han descubierto la riqueza musical de la España del siglo XX".
Por identificar lo español, al igual que Albéniz, Sarasate, Tárrega o Bacarisse, y difundir el patrimonio musical, Rodrigo "merece -en palabras del alcalde- nuestro reconocimiento y gratitud y nuestra atención, entendida como la obligación de todos de mantener viva su música y preservar su legado". Un legado fruto del "noviazgo recíproco y fructífero" con la música, que la transformó en "arte y en una sólida y abundante obra", aseguró.
El maestro valenciano siempre fue fiel al "vínculo amoroso" que mantenía con la música. Dedicó cerca de un siglo a "explorar géneros tan complejos como el sinfónico, el concertante con orquesta, el lírico o el sinfónico-coral", explicó el alcalde.
"Sin embargo, que nadie piense que este idilio fue cosa hecha", afirmó Gallardón, quien ha recordado las dificultades a las que se enfrentó Joaquín Rodrigo como un entorno familiar ajeno a la música o una ceguera que limitaba las oportunidades de aprendizaje. "Si se consolidó fue gracias al constante afán de superación y a la irrenunciable búsqueda de la excelencia".
La Fundación
La responsabilidad de mantener vivo el legado del maestro recae en la Fundación Victoria y Joaquín Rodrigo, que desde 1999 ejerce la custodia material y garantiza el acceso al extenso archivo que reunieron a lo largo de sus vidas Joaquín Rodrigo y su esposa Victoria Kamhi. El matrimonio compartió un proyecto vital hasta el final. Victoria, de origen sefardí, culta y cosmopolita, fue musa de algunas de las obras de su esposo. Además adaptó textos y escribió las memorias de su vida en común.
La institución, con sede en la última residencia del maestro, tiene entre sus objetivos la promoción del estudio de la obra de Rodrigo y el fomento del conocimiento de su música. /