Joan Miró (1893-1983)

Mère Ubu, 1975. 165 x115 x 96 cm. Bronce.

Miró realizó numerosas esculturas para espacios públicos, algunas de proporciones gigantescas. En estas composiciones en las que emplea a veces el color, crea toda una galería de seres-personajes, mujeres, cabezas, pájaros- inconfundiblemente mironianos, de expresión vigorosa y rotunda, en los que prevalecen las formas curvilíneas.

A este período de la obra de Miró pertenece la escultura Mère Ubu, figura ambigua de mujer-pájaro de proporciones monumentales, especie de animal fantástico, que más bien parece un ídolo o tótem primitivo, protegido por una concha a manera de escudo. Esta escultura es muy representativa del lenguaje expresionista, de gran pureza, que desarrolló Miró en su última época, y de la capacidad del artista para convertir las formas aparentemente más simples en sólidos monumentos, portadores de un mensaje poético que se expresa por medio de signos primitivos. Mère Ubu es una representación compleja, en la que se funden temas repetidos por el autor en numerosas ocasiones: los personajes, las mujeres y los pájaros. La composición guarda una gran semejanza con algunos de los dibujos preparatorios para esculturas, realizados por el artista a partir de los años cuarenta, y con obras como Pájaro solar (1944-1946), Mujer (1949) o Mujer y pájaro (1968), que se conservan en la Fundación Miró de Barcelona. Miró se inspiró para su realización en uno de los personajes de la irónica y extravagante obra de teatro del escritor francés Alfred Jarry, Ubu Rey (1888), que tanta aceptación tuvo entre los dadaistas y surrealistas. La escultura de Miró se incorporó al Museo en 1978, ya que el artista se negó a donar ninguna obra hasta que no se hubiera resuelto el conflicto suscitado por la instalación de La sirena varada de Chillida.

Miró es una de las figuras más destacadas del arte del siglo XX y, junto con Picasso y Dalí, uno de los artistas españoles que han alcanzado el máximo reconocimiento internacional. Aunque la obra de Joan Miró es esencialmente pictórica, su interés por la escultura y la cerámica es muy temprano y las cultivará en diferentes momentos de su vida. en gran parte, la obra escultórica de Miró es una traslación a las tres dimensiones de su peculiar universo pictórico.

Joan Miró nació en Barcelona en 1893. su padre Miquel Miró era orfebre y su abuelo había sido forjador. la larga y fecunda vida artística de Miró se inicia en 1907, cuando ingresó en la escuela de Bellas Artes de la Lonja, a la vez que se matriculaba en la Escuela de Comercio de Barcelona. Modest Urgell y Joseph Pascó fueron sus maestros. En 1911 sufrió una grave enfermedad y sus padres le enviaron a pasar una temporada en la masía que habían adquirido en Montroig (Tarragona). Esta estancia será decisiva para Miró, que se sentirá ligado a esta localidad durante toda su vida. A su vuelta a Barcelona decidió dedicarse por completo a la pintura y continuó sus estudios en la Escuela de Arte de Francesc Galí, donde entró en contacto con las nuevas corrientes artísticas. a los 17 años conoció al ceramista LLoréns Artigas con el que mantuvo siempre una estrecha amistad. Por entonces, también entabló relación con los pintores E.C. Ricart y Francis Picabia. A partir de 1919 y después de celebrar en Barcelona su primera exposición individual en las Galerías Dalmay, viajó a París con frecuencia, terminando por instalarse allí. En París conoció a Picasso y entró en contacto con los principales artistas del movimiento dadaista y surrealista, que por aquel entonces se estaba originando. Conoció a Tristán Tzara y Max Jacob, participó en las manifestaciones Dadá, y en 1922 se incorporó al "Grupo de la rue Blomet" con André Masson y Antonin Artaud. Más tarde se relacionará también con Bretón, Max Ernst, Paul EluardMagritte y otros surrealistas. En 1928 viajó a Holanda y conoció a Alexander Calder, con quien inició una gran amistad.

Muy pronto Miró se convierte en una de las figuras más representativas del surrealismo y estará presente en las más prestigiosas muestras. En 1935 participó en la exposición de surrealistas de Tenerife y en 1936 en la exposición "Fantastic Art, Dada, Surrealism", organizada por el Museo de Arte Moderno de Nueva York. En 1937 pintó el Segador o El payés catalán en rebeldía para el pabellón de la República Española en la Exposición Universal de París.

En 1940 Miró regresó a España y durante unos años vivió en Barcelona. En esta época empezó a trabajar en colaboración con Joseph Artigas en las llamadas "esculturas cerámicas", labor que culmina con la realización de los célebres Murales del Sol y la Luna para la sede de la Unesco en París (1947). Miró continuará durante toda su vida creando murales cerámicos. Desde 1956 fijó su residencia en Palma de Mallorca.

En 1975 se inauguró en Barcelona la fundación que lleva su nombre, por iniciativa del propio artista y con el propósito de mostrar un conjunto significativo de su obra y fomentar la difusión del arte contemporáneo, y en 1979 la Fundación Pilar y Joan Miró de Mallorca. Murió en Palma de Mallorca en 1983.

Miró empezó a interesarse por la escultura a partir de su incursión en el surrealismo en los años veinte. En 1929 trabajó en sus primeras esculturas, las denominadas "construcciones", y en los años treinta, en los llamados "objetos poéticos", con los que intentaba poner todavía más de relieve la revolución artística que se propugnaba en ese momento y el impacto que él consideraba debía tener el nuevo arte.

A partir de 1960 Miró realizó una serie de esculturas en bronce que suponen una renovación de su lenguaje artístico. Con estas obras hizo realidad el deseo, expresado desde mucho antes en los proyectos y las "esculturas-objeto", de crear una obra escultórica de tipo monumental. En ellas puso en práctica sus teorías sobre la necesidad de llevar la fantasía del artista a la calle, y la importancia que tiene para todo escultor moderno la exposición de su obra al aire libre en un espacio adecuado. Miró realizó numerosas esculturas para espacios públicos, algunas de proporciones gigantescas. En estas composiciones en las que emplea a veces el color, crea toda una galería de seres-personajes, mujeres, cabezas, pájaros- inconfundiblemente mironianos, de expresión vigorosa y rotunda, en los que prevalecen las formas curvilíneas.

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