Nuevos senderos del MAC: pulso e impulso de una colección.

El Museo de Arte Contemporáneo presenta una muestra que recorre las adquisiciones que hemos realizado entre 2007 y la actualidad.

Ampliada hasta mayo de 2023

Los fondos permanentes del Museo de Arte Contemporáneo empiezan a fraguarse a finales de los años 70, cuando da comienzo una nueva fase de adquisiciones en la que se apuesta de forma inequívoca por expresiones artísticas plenamente contemporáneas.

En 1980 tiene lugar en el Museo Municipal de Madrid la exposición Madrid DF, tras la cual se adquirió obra de todos los artistas participantes, siendo este el germen fundacional de la colección.

El paso definitivo se da en 2001, año de creación del Museo. La institución pasa a velar por la conservación, la exposición, la investigación y la difusión de sus fondos; y otorga estatus específico a la creación contemporánea, dotándola de una identidad propia. Esta asignación legitima, desde las formas de producción históricas de nuestro pasado siglo, hasta las más vigentes y emergentes de nuestros días.

En la presente exposición mostramos una selección de las piezas adquiridas en los últimos años. Estas compras han supuesto un efervescente impulso a partir de multiplicidad de miradas y modos de creación que invitan a la contemplación, el análisis y la crítica.

El recorrido está sostenido en metáfora de vida, la de un ser humano que transita - en un camino de ida y vuelta - del espacio público o la ciudad contemporánea, a las instancias más personales e introspectivas en las que la infancia sigue pulsando con fuerza en la soledad de un interior. En un anhelo de transcendencia y liturgia, los objetos que nos rodean también nos acompañan y transforman.

A continuación, el poder iconográfico de la imagen despliega, seductoramente, todas sus cualidades estéticas, tan evocadoras como autorreferenciales, para hipnotizarnos, justo antes de la memoria. Arte y vida se ensamblan. Somos y soñamos.

Es así como llegamos a las huellas que hemos ido almacenando a lo largo del camino. Una impronta de vivencias en las que cuerpo y razón nos han ido construyendo a fuego lento, en la intuición de lo que somos, alfareros de nosotros mismos. Los fragmentos de lo que fuimos conforman hoy retazos de gesto y forma que nos envuelven, definen y proyectan.

 Y llegamos a la despedida. El conjunto de obras que cierra la exposición nos recuerda nuestra condición en una poética del dolor. La experiencia vital se aproxima a lo inexorable y en nuestra viva conciencia de extinción se atisba una nueva oportunidad. Las propuestas extrapolan el desasosiego a cuestiones de plena actualidad tomando el pulso a una sociedad que a ratos languidece. Lo intangible se muestra a nuestros ojos.

 

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