3. Remiendos

Del apunte al pespunte: confección del apunte teatral

La premura casi diaria por el espectáculo hacía que un mismo apunte se remendara para la ocasión pasando por muchas manos. A las modificaciones del censor se pueden añadir las correcciones del autor literario, las indicaciones del tramoyista, las del apuntador, las del director de compañía, la de los actores, etc.

Las herramientas para confeccionar ese apunte a medida para la puesta en escena pasa por un extenso e ingenioso surtido de artimañas que son el origen de nuestros imprescindibles útiles de oficina. Estos tres cuadernillos muestran los ancestros funcionales del clip, la grapa y el típex y el pósit, respectivamente.

El apunte manuscrito Los viejos burlados, de 1776, suprime con un alfiler el contenido de las hojas 4, 5 y 6; y en una revisión posterior se añade un segundo alfiler para inutilizar, además, la 7, 8 y 9.

En una versión un poco menos reversible que el alfiler, el apunte Cuando hay falta de hechiceros lo quieren ser los gallegos, 4ª parte, de 1775, anula cinco hojas hilvanándolas por todo el borde lateral derecho con hilo crudo de cáñamo.

El apunte Catalina II emperatriz de Rusia, de 1797, contiene numerosas tachaduras y banderillas, trocitos de papel pegados con engrudo que variaban de tamaño, desde una tirita para una sola línea hasta un rectángulo que excedía algún borde de la hoja, en cuyo caso aparecían pegadas por un extremo y dobladas por el otro. Se utilizaban para cambiar los versos de lugar, modificarlos con una nueva redacción, añadir otros o atajar algunos, cuando no bastaban las tachaduras y los márgenes no daban para tanta nota al margen.

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