Un mar en Nubia
En 1898 se inició la construcción de una presa en la Primera Catarata para regular el caudal del Nilo. Esta presa y sus posteriores elevaciones tendrían consecuencias dramáticas para los templos y sitios arqueológicos nubios que quedaron sumergidos bajo sus aguas.
Con el fin de descubrir y registrar el patrimonio histórico afectado, entre 1907 y 1908, se llevó a cabo la primera campaña de salvamento arqueológico de Nubia, dirigida por G. Reisner. En las inmediaciones de Debod fueron excavados varios cementerios datados entre el Predinástico y la época cristiana.
Al mismo tiempo, el Servicio de Antigüedades acometió la restauración de varios templos, entre ellos el de Debod cuyos trabajos fueron dirigidos por el arquitecto y restaurador del Museo del Cairo Alexandre Barsanti entre 1907 y 1908. Tras la restauración, el egiptólogo alemán G. Roeder realizó la más exhaustiva documentación del monumento hasta la fecha.
Durante las siguientes décadas el templo permaneció sumergido durante 10 meses al año. Los relieves, antiguamente pintados, perdieron sus colores y las piedras, sometidas a la acción del agua, se deterioraron aún más gravemente.
En 1954, el gobierno de Gamal Násser anunció la construcción de una nueva y mayor presa en Asuán, unos kilómetros aguas arriba de la antigua. La presa formaría un inmenso pantano, el lago Násser, de 500 kilómetros de longitud que anegaría poblaciones, monumentos y sitios arqueológicos, muchos de ellos nunca explorados. Cuando en 1970 las aguas del lago alcanzaron su nivel máximo, Nubia desapareció de los mapas.
Mientras la nueva presa comenzaba a construirse, equipos de arqueólogos, arquitectos, ingenieros y restauradores de distintas misiones internacionales, englobadas en la Campaña de Salvamento de Nubia auspiciada por la UNESCO, se distribuían por el valle en una carrera contra el reloj. Apenas en cinco años, las aguas de la presa lo cubrirían todo. Desmontar los templos y trasladarlos a sitio seguro era la tarea más urgente.
El templo de Debod fue el primero en ser rescatado, en el verano de 1960. El desmontaje fue realizado por un equipo del Servicio de Antigüedades Egipcias, en colaboración con una misión polaca. Tras su desmontaje se realizaron dos campañas de excavación durante los veranos de 1960 y 1961.
No todos los elementos arquitectónicos pudieron ser recuperados. Los bloques de arranque de los cimientos del templo fueron abandonados in situ, así como los restos de la terraza/embarcadero y la calzada de acceso.
Los sillares del templo fueron depositados en la Isla de Elefantina, frente a Asuán. Allí alineados junto a los de otros templos permanecieron durante diez años a la espera de partir a su destino definitivo.
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