En el centenario de la muerte del músico que compuso Iberia, el Ayuntamiento le dedica una placa conmemorativa

Aquí vivió Albéniz

Nota de prensa 18/11/2009
  • En la calle San Onofre, el músico compartió domicilio con sus padres y sus dos hermanas
  • Es momento de romper el desequilibrio de una relación entre Albéniz y la ciudad en la que habitó, que no fue de buen entendimiento, aunque Madrid está presente en sus composiciones
  • La zarzuela "San Antonio de la Florida", estrenada en 1894 en el Teatro Apolo, y, Lavapiés, integrada en su obra Iberia, se inspiraron en esta ciudad

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El alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, ha descubierto hoy una placa colocada en el inmueble de la calle de San Onofre, donde residió Albéniz en la década de los setenta del siglo XIX con sus padres y sus hermanos.

Madrid sigue rindiendo homenaje al músico Isaac Albéniz al cumplirse cien años de su fallecimiento. El alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, ha descubierto hoy una placa colocada en el inmueble de la calle de San Onofre, donde residió el artista en la década de los setenta del siglo XIX con sus padres, Ángel Albéniz y Dolores Pascual, y con sus hermanas Enriqueta y Clementina.

"En ese Madrid convulso del Sexenio Revolucionario, en que él es alumno del conservatorio, ya se pondrá de manifiesto la personalidad inquieta del compositor", ha manifestado Ruiz-Gallardón en el acto de homenaje, que se suma a la exposición, inaugurada la semana pasada, sobre la vida y las leyendas del artista.  "En esa época ya se le atribuyen situaciones que son difíciles de demostrar pero que encajan perfectamente con el perfil del personaje. Una de ellas es que, tras invitar a sus compañeros del conservatorio a tomar pasteles en el horno de San Onofre y dejar la cuenta sin pagar, se escapó a San Lorenzo de El Escorial y se presentó ante el maestro de Capilla del Monasterio, quien le organizó un concierto en el Hotel Miranda, cercano al Real Coliseo de Carlos III."

Madrid no fue capaz de comprender lo suficiente al músico, opinaba el alcalde en su disertación. Entre Albéniz y la ciudad hubo cierta falta de mutuo entendimiento que no impidió, empero, que se tejiera un entramado de sentimientos que el músico proyectaría magistralmente en su obra. 

En varias ocasiones, Albéniz residió en Madrid. Después de su estancia en la calle San Onofre, el músico vivió en Lavapiés; posteriormente, en la casa de su hermana Clementina, en la calle San Mateo esquina Fuencarral; y, por último en Jorge Juan, entre Serrano y Claudio Coello.

"Esta presencia le permitió conocer en profundidad la esencia de Madrid, y en su caso amar lo castizo como indicio de lo auténtico, pues siempre consideró que era necesario renovar y elevar la trascendencia de ese concepto. Prueba de esa forma de ser es su rechazo de la zarzuela reducida a sainete. Sin embargo, este mismo Madrid negó el éxito a composiciones con las que pretendió elevar la categoría de un género que apreciaba profundamente, quizá porque su música tenía una sustancia que el público no era capaz de captar."

En esta ciudad, Albéniz traba amistades sólidas con aristócratas, como el Conde de Morphy o los Marqueses de Bolaños, y con otros músicos, como Fernández Arbós, Asenjo Barbieri, Chapí o Bretón. Aún así, ni Madrid ni España colmaron las expectativas de un compositor que, precisamente, sería el precursor de una corriente que tiene a lo español como absoluto protagonista, explicaba Ruiz-Gallardón. Porque si "el desarrollo de su propio concepto de la música le llevó lejos de España, su obra fue una permanente evocación de una tierra a la que siempre añoró".

Madrid inspiró dos composiciones de Albéniz: la zarzuela "San Antonio de la Florida", estrenada en 1894 en el Teatro Apolo, y, en segundo lugar, Lavapiés, la única pieza de las que integran Iberia que no está directamente ligada con Andalucía, y que tan excepcionalmente interpretó la recientemente desaparecida pianista Alicia de Larrocha. En esta composición Albéniz hace un canto a la ciudad a través del recuerdo que conserva del barrio en el que pasó los primeros años de su matrimonio con Rosina Jordana.

Cien años después de su fallecimiento, Madrid conmemora su relación con Albéniz, una mezcla de sufrimiento y genialidad, de incomprensión y generosidad, rompiendo ese desequilibrio, reivindicando la veta madrileña del autor de Iberia. Lo cual, ha dicho el alcalde, supone no sólo un acto de justicia hacia este músico, sino también una actitud inteligente que nos enriquece a todos.

"El escritor austríaco Hugo Von Hofmannsthal, contemporáneo de Álbéniz, es el autor de una reflexión perfectamente aplicable a la trayectoria de nuestro homenajeado: "Los caminos de la vida nos conducen hacia una magia cada vez más potente. Magia o hechizo es la capacidad de captar de una mirada súbita y milagrosa las conexiones de las cosas, de dar vida al caos por el amor". Desde esa perspectiva seremos capaces de descubrir, por ejemplo, que el ambicioso programa musical que constituye Iberia supone un esfuerzo sincero por elevar la España sumida en la crisis del 98 a una esfera de dignidad y elegancia espiritual, que pocos eran capaces de alcanzar entonces. Sólo por esa maravillosa evocación de la España más auténtica y profunda, limpia de todos sus pecados, Albéniz, ese genio libre y transparente, merece un recuerdo permanente en la memoria colectiva de Madrid."/

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