Artistas y Fotógrafos. Imágenes para una colección
- El Museo de Arte Contemporáneo ha organizado la exposición Artistas y Fotógrafos. Imágenes para una colección, una amplia selección de las fotografías que integran la colección del museo
- El Museo de Arte Contemporáneo edita el catálogo completo de la colección, en el que se recoge todos los datos técnicos, comentarios de las obras y de sus autores
- Han pasado ya algo más de dos décadas desde que en 1987 se inició la formación de esta colección con el ingreso de la obra de Ouka Leele, Rapelle-toi Bárbara
- Esta colección reúne además, un elenco de autores consagrados, algunos de ellos Premios Nacionales de Fotografía, como Ouka Leele, Pablo Pérez-Mínguez, Ramón Masats, Chema Madoz, Alberto García Alix, Carlos Pérez Siquier
- Junto a ellos, aparecen jóvenes artistas que proporcionan una visión global de lo que ha sido nuestra historia fotográfica más reciente
La exposición y catálogo Artistas y fotógrafos. Imágenes para una colección reúne 65 autores en un arco generacional que incluye desde los años setenta y ochenta –con fotógrafos como Pablo Pérez Mínguez, Alberto García Alix o Ouka Leele, todo ellos recientes Premios Nacionales de Fotografía–, hasta nuestros días, con nombres como los de José Manuel Ballester, Rosa Muñoz o David Jiménez. Están presentes también clásicos de la fotografía española como Ramón Masats, Carlos Pérez Siquier o Alberto Schommer. Fotógrafos tan relevantes como Manuel Sonseca, Antonio Tabernero, José Manuel Navia o Aitor Ortiz. Jóvenes como Ignacio Fernández del Amo, Julia Rivera o Mauricio Scrkycky. A los que hay sumar, autores internacionales como Gabriele Basilico, Hannah Collins, Ola Kolehmainen, Helle Jetzig o Boris Savelev, hasta completar la nómina que compone el catálogo.
En la presentación han participado la directora general de Archivos, Museos y Bibliotecas, Belén Martínez Díaz; la comisaria de la exposición, Mónica Carabias Álvaro, y Eduardo Alaminos, director del Museo.
La formación de la colección fotográfica del Museo de Arte Contemporáneo de Madrid corre en paralelo con la corta vida de la institución –poco más de seis años de existencia–, pero el interés del Museo por la fotografía ha estado también presente en la programación de exposiciones temporales que se han llevado a cabo desde su inauguración a finales de 2001. De la formación de la colección, desarrollo y programa expositivo se da cuenta detallada en el catálogo que ahora se pública, por lo que no hace falta referirlo en esta presentación.
Combinación de propuestas
La colección del Museo de Arte Contemporáneo, ha apostado por una combinación de propuestas que bajo el telón de fondo de la ciudad y la arquitectura discurre cómodamente por los límites de la tecnología digital y la fotografía más ortodoxa, pero con un denominador común. Independientemente de las fronteras formales, la temática que muestra es sensible a las propuestas más actuales: la descontextualización del objeto, la reinvención de la arquitectura, la poética del paisaje, el paisaje como experiencia colectiva, la reinvención de espacios, el retrato de la cotidianeidad y el reportaje intimista, entre otras.
Actualmente, la fotografía se encuentra inmersa en un proceso constante y ambiguo de transformación. Su evolución a lo largo de más de siglo y medio ha supuesto que pase a ser considerada no como un simple instrumento de documentación sino como una forma de arte que genera su propia dinámica. La colección fotográfica del Museo de Arte Contemporáneo se ha hecho eco de la importancia de este desarrollo, pero también de la poderosa influencia que ejerce la fotografía sobre nuestras vidas.
La fotografía ha estado siempre sometida a un debate multidisciplinar entre artistas y teóricos en lo que se refiere a sus usos artísticos y documentales. Conflicto que, por un lado, radicaliza las posturas entre puristas y antipuristas y, por otro, propicia que algunos creadores se nutran de ambos usos y otros desarrollen una fotografía documental basada en la falsedad de la fotografía como testimonio de realidad. En este sentido, la colección del Museo de Arte Contemporáneo, ha apostado por una combinación de propuestas que, bajo el telón de fondo de la ciudad y la arquitectura, discurre cómodamente por los límites de la tecnología digital y la fotografía más ortodoxa, pero con un denominador común. Independientemente de las fronteras formales, la temática que muestra es sensible a las propuestas más actuales: la descontextualización del objeto, la reinvención de la arquitectura, la poética del paisaje, el paisaje como experiencia colectiva, la reinvención de espacios, el retrato de la cotidianeidad y el reportaje intimista, entre otras.
Edición del catálogo
Con motivo de la exposición se ha editado un catálogo que incluye la totalidad de la obra fotográfica que hasta hoy conserva el Museo. El catálogo recoge los datos técnicos de cada fotografía y unos extensos comentarios relativos al autor y a la obra concreta. La publicación incluye también tres textos: el de Eduardo Alamitos, que da noticia de la formación y avatares de la colección, así como del interés que el Museo ha mostrado por esta forma de expresión artística; el del profesor Miguel Cabañas, que ha escrito un texto sobre la fotografía de mirada urbana en la era digital y el de la comisaria Mónica Carabias Álvaro, historiadora del Arte Contemporáneo y especialista en fotografía, que, además de escribir un texto valorativo sobre la colección, ha presentado en su contexto a cada autor y escrito un comentario de cada obra. Asimismo se publica una guía específica para el visitante sobre el contenido y desarrollo de la exposición.
La exposición
La muestra está estructurada en cuatro secciones:
1. Años para el inconformismo: los setenta, el futuro de la fotografía creativa
La fotografía más antigua de la colección del museo está realizada en el año 1969. Se trata del retrato que Pablo Pérez-Minguez (Madrid, 1946) realiza a su primo, el pintor Rafael Pérez-Mínguez. Tras una breve pero intensa etapa de libertad creativa protagonizada por la revista Nueva Lente, la fotografía española de mediados de los setenta experimenta un giro hacia una fotografía documental, más realista y de corte antropológico. Carlos Morales-Mengotti (Valladolid, 1944) nos ofrece en sus series Gran Vía (1970-1971) y Afueras (1970-1972) una mirada moderna y marcado acento sociológico. Juan José Gómez Molina (Albacete, 1943-2007), artista conceptual y conscientemente contemporáneo, desarrolla junto al pintor Guillermo García Lledó un proyecto fotográfico sobre el imaginario social titulado: Comidas en la Casa de Campo de Madrid (1978-1999).
2. Los alegres ochenta de la Movida
Los años ochenta marcan el comienzo de la nueva fotografía española creativa. El estudio fotográfico de Pablo Pérez-Mínguez se convierte en un catalizador de la movida madrileña y de sus protagonistas como refleja su serie Mi movida (1979-1985). Asimismo, nuevos artistas como Ouka Leele, Miguel Trillo o Alberto García Álix, entre otros, irrumpen con fuerza y personalidad en el panorama cultural y artístico de la época. La joven madrileña Ouka Leele (Madrid, 1957) se convertiría desde muy temprano en una de las representantes “oficiales” de la movida, legándonos un símbolo imborrable de la cultura española de aquellos años con la obra Rapelle-toi-Bárbara (1987).
Los ochenta están marcados por un eclecticismo en el que se sitúa la obra de Pepe Cuevas (Sevilla, 1956). Un trabajo a mitad de camino entre la fotografía documental y la artística sobre las ciudades de Madrid y Nueva York realizadas entre 1987 y 1992. En la vorágine de estos años, se consolida una nueva corriente documental que alcanza su momento álgido en la década siguiente. Miguel Trillo (Cádiz, 1953) retrata a todos aquellos protagonistas de la ciudad no famosos, en su mayoría vinculados a la música. Chema Prado (Lugo, 1952) representa la figura del fotógrafo viajero que eclosionará en los años noventa.
Por otra parte, en estos años continúan en activo algunos de los grandes fotógrafos de las décadas anteriores. Es el caso de Ramón Masats (Barcelona, 1931) y de Alberto Schommer (Vitoria, 1928). El primero, decide a comienzos de la década abandonar el blanco y negro para trabajar exclusivamente el color. Alberto Schommer, magnífico retratista y autor de reportajes, evoluciona a lo largo de la década de los ochenta hasta nuestros días fiel a su compromiso con el arte fotográfico como el modo de enseñar y atrapar el mundo tal y como es.
3. Los híbridos noventa: el camino hacia el segundo milenio
La fotografía de los años noventa se caracteriza por el gusto por la hibridación de técnicas y lenguajes. Una hibridación que gravita geográficamente sobre tres ejes: Barcelona, Madrid y Valencia. Durante estos años se consolidan algunas de las tendencias anteriores -el reportaje, la fotografía urbana, el documentalismo de corte antropológico, el documentalismo íntimo, el retrato, la fotografía conceptual-, así como la figura del fotógrafo viajero y del fotógrafo “literario”. Pero, sobre todo, se hace patente como en ningún otro momento la aspiración de la fotografía por evolucionar miméticamente con el arte contemporáneo. Estos años estarán marcados por la evolución de algunos artistas de la década anterior que profundizan, casi biográficamente, sobre el medio como Alberto García-Alix, al margen de los que continúan en su estilo Ouka Leele, Miguel Trillo, Ramón Masats, Carlos Pérez Siquier, Alberto Schommer y la aparición de otros nuevos con una identidad muy personal como Rosa Muñoz o Chema Madoz.
Alberto García Alix (León, 1956), uno de los llamados “fotógrafos de la movida”, desarrolla un trabajo más profundo y vital que en la década anterior convencido de que las fotografías nacen de un estado interior. Entre los artistas que comienzan a reflexionar sobre la objetividad del arte fotográfico destaca Rosa Muñoz (Madrid, 1963) que se instala en la fotografía escenográfica. Chema Madoz (Madrid, 1958) ejemplifica la corriente conceptual. El universo de lo cotidiano se convierte en el punto de mira de este creador que nos presenta un universo en el que la cualidad-utilidad del objeto se subvierte hasta los límites del absurdo y la paradoja.
En estos años, la corriente documental se diversifica en un reportaje que pone el acento en el aspecto cotidiano. José María Díaz-Maroto (Madrid, 1957) representa varias tendencias: la del fotógrafo purista, la del documentalista subjetivo y la del fotógrafo viajero. En la misma línea, Pepe Frisuelos (Toledo, 1956). Asimismo, el espacio urbano cobra vital importancia en estos años, presentando infinidad de matices representados en esta colección. Antonio Calvache (Jaén, 1966) nos ofrece una mirada cinematográfica. Pepe Buitrago (Ciudad Real, 1954) medita sobre el tiempo, la sociedad y la tecnología. Ángeles San José (Madrid, 1961) retrata el paisaje nocturno en el que el protagonista absoluto es la luz cambiante de los coches y los luminosos.
De forma paralela, una parte de la producción fotográfica documental se nutre del ideario conceptual. De este modo, se genera una fotografía urbana que pone su acento en la arquitectura y que eclosionará en el segundo milenio como aliada de las nuevas tecnologías. En este sentido, cabe destacar las propuestas orientadas a reinventar la arquitectura de las ciudades. Gabriel Basilico (Milán, 1944), “disecciona” la ciudad para mostrar las huellas que la arquitectura ha ido dejando a lo largo del cambio de siglo, Concha Prada (Zamora, 1963), atenta al universo cotidiano y familiar o Aitor Ortiz (Bilbao, 1971), entre otros, que desarrolla una fotografía englobada en la descontextualización del objeto y sus cualidades formales y matéricas.
La fotografía digital y las nuevas tecnologías irrumpen con fuerza desde finales de los noventa y anuncian la nueva era fotográfica del segundo milenio. Es una nueva etapa en la que los artistas ayudados por la tecnología intentan superar los límites del lenguaje fotográfico. En estos momentos es cuando más fuerza cobra la categoría del artista multidiscipinar como, por ejemplo, Ana de Alvear (Madrid, 1962) o Juan Carlos Robles (Sevilla, 1962).
4. El segundo milenio: El diluvio digital
La mayor parte de los artistas que se agrupan en este epígrafe comienzan su trayectoria en la década anterior. Les une a todos el deseo de establecer con sus trabajos distintas lecturas que faciliten al espectador un archivo ilimitado de imágenes.
4.1. La problemática del hombre moderno en las sociedades contemporáneas
Una gran parte de la creación fotográfica del segundo milenio reflexiona acerca de dos de los espacios más transcendentales para el individuo: la arquitectura y la ciudad. Se generan varias líneas de investigación que ponen al descubierto algunas de las principales preocupaciones artísticas del lenguaje fotográfico. En primer lugar, cabría destacar aquellos artistas que reflexionan acerca de las consecuencias que tienen sobre el individuo moderno y las sociedades contemporáneas el desarrollo global y la intervención indiscriminada sobre el planeta. De esta manera, el espacio urbano se convierte en el campo de experimentación para artistas como Julia Rivera (Cádiz, 1975), Mario de Ayguavives (Zaragoza, 1968), Chema Alvargonzález (Cádiz, 1960) o Manuel Vázquez (A Coruña, 1969). asimismo, los aspectos sociales del individuo derivados del desarrollo económico y la subsiguiente transformación de la sociedad contemporánea son algunas de las preocupaciones de la artista multidisciplinar Marisa González (Bilbao, 1945).
4.2. La arquitectura reinventada
Hoy en día, la tecnología se ha puesto al servicio de la arquitectura y su fotografía. De hecho, las probabilidades de transformar el volumen arquitectónico son un referente para varios artistas contemporáneos que recurren a ella para alterar la experiencia emocional sobre el espacio construido: Ola Kolehmainen (Finlandia, 1964), Helle Jetzig (Alemania, 1956) o Roland Fischer (Munich, 1958).
4.3. El paisaje urbano: entre la poética, la huella y la realidad individual como medio de experimentación colectiva
El paisaje contemporáneo es susceptible de ser reinterpretado a través de las huellas que revelan emociones y señalan la presencia de lo ausente y del pasado. El trabajo fotográfico de la artista multidisciplinar Hannah Collins (Reino Unido, 1956) se plantea como una consideración acerca del discurrir del tiempo y las huellas que la historia va dejando sobre la arquitectura, las personas, los objetos y los paisajes. Por otra parte, el desamparo es uno de los sentimientos más comunes en la sociedad contemporánea. Ángel Marcos (Valladolid, 1955) asocia esta sensación al paisaje.
En este segundo milenio, encontramos a varios artistas que nos descubren nuevas visiones estéticas del entorno urbano cotidiano de nuestra ciudad en la corriente que se ha dado en llamar poética del paisaje urbano: José Manuel Ballester (Madrid, 1960), Graciela Hasper (Argentina, 1966) Vincenzo Castella (Nápoles, 1952), Antonio Tabernero (Madrid, 1952), Luis Vioque (Madrid, 1966) o Ignacio Fernández del Amo (Madrid, 1977).
La comprensión del entorno urbano a través de la experiencia personal, de las vivencias que en este se generan y que van acumulándose con el tiempo constituyen la base principal del trabajo realizado por Isidro Blasco (Madrid, 1962, Irene Van Der Mheen (Holanda, 1967), David Jiménez (Sevilla, 1970), Eulàlia Valldosera (Barcelona, 1963) o Juan Rodríguez (A Coruña, 1960).
4.4. El retrato de la cotidianeidad: entre el intimismo y el nuevo reportaje
Inmersos en el marco del documentalismo intimista y subjetivo como en la tradición fotográfica del XIX se encuentran: José Manuel Navia (Madrid, 1957), Ángel Sanz, Manuel Sonseca (Madrid, 1952), Evaristo Delgado y José María Díaz-Maroto. Todos estos autores, representan la figura del viajero incansable y nos ofrecen un magnífico repertorio de retratos sobre el Madrid urbano.
Por otra parte, los trabajos de Eduardo Nave (Valencia, 1976), Boris Savelev (Ucrania, 1947), Pedro Albornoz (Madrid, 1966), Mauricio Skrycky (Uruguay, 1972), Alejandro Lamas (Argentina, 1954), Raúl Montesano (Madrid, 1961) o Encarna Marín (Sevilla, 1954) sintonizan, independientemente de sus peculiaridades y preocupaciones, con la generación de documentalistas. Por último, cabe destacar el nuevo paisaje urbano, especialmente sensible al ser humano, que nos muestra Amy Chang (Taiwán, 1977)./