El alcalde, pregonero de las fiestas de San Antón

El santo austero y ecologista

Nota de prensa 15/01/2010
  • "El  hombre, si quiere sobrevivir, debe buscar un sitio más modesto, más digno y entrañable", ha dicho Gallardón
  • Madrid celebra una tradición nacida en 1943
  • San Antón ha terminado por avecindarse en la iglesia de los Padres Escolapios, pero también en el Museo del Prado

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Distintas imagenes del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, que esta tarde ha pronunciado el pregón de San Antón, patrón de los animales.

El alcalde ha retratado a San Antón como precursor del ecologismo y como una figura íntimamente ligada al calendario sentimental de los madrileños, durante la lectura del pregón del patrón de los animales, "patronazgo  que comparte con el de San Francisco de Asís". Ruiz-Gallardón destacó que San Antón "nos recuerda el valor de lo esencial y esboza un perfil fácil de apreciar en una ciudad que ha hecho de la sencillez su gran seña de identidad".

"Sostiene el refranero español que hasta San Antón, Pascuas son, como queriendo prolongar el periodo de fiesta y asueto que acabamos de dejar atrás. Otros, sin embargo, han visto en esta celebración -cuyo pregón me honra pronunciar este año, renovando así una tradición nacida en 1943-, un aquel de antevíspera del entierro de la sardina, tal y como lo expresó Gómez de la Serna", explicó el alcalde como antecedente histórico de la popular fiesta.

Ruiz-Gallardón se refirió a su abuelo, don Víctor Ruiz de Albéniz, también conocido como Chispero, quien escribió que "San Antón surgía ya avanzado enero, en plena invernada, rompiendo la monotonía tristona del mes de los cuarenta días, que era aflicción de los cabezas de familia y amas de casa, pues se cobraba la mesada en vísperas de Nochebuena, pero no una paga o medio sueldo extraordinario, sino la correspondiente al mes de enero, con lo que éste veía estirar su ya larga sucesión de terribles jornadas con semana y media más para tener en qué gastar y no donde cobrar". "En otras palabras: era esta fiesta la única alegría con la que, en medio de la cuesta de enero, más empinada que hoy, se contentaban los madrileños de, digamos, hace un siglo", añadió el regidor.

El valor de lo esencial

Madrid venera a este santo longevo y lejano, nacido en Egipto 1.759 años atrás, desde hace muchas centurias, ensalzando a través de los siglos su vida austera y hecha de renuncia. Al hacerlo, saluda la llaneza de su existencia ermitaña y su armónica convivencia con la Naturaleza. San Antón observa la evangélica despreocupación de quien ve atendidas sus necesidades por la propia divinidad, hasta el punto de dejarse alimentar él mismo por un cuervo que a diario le trae un panecillo en el pico, prodigio que la repostería madrileña no podía dejar de reproducir por estas fechas.

San Antón, protector de los animales -también de funerarios, cesteros y carniceros-,  tiene consolidado en Madrid su cometido y al correr de los siglos ha terminado por avecindarse  en la iglesia de los Padres Escolapios, pero también en el Museo del Prado, donde habita en los cuadros de El Bosco, rodeado de inquietantes criaturas, o de Velázquez, "que nos lo muestra en su estampa más canónica".

Romería

El regidor aludió a la romería "sucesivamente prohibida y rehabilitada,  casi siempre a causa de la suelta de cochinos por las calles", que  ha mantenido viva una devoción tan intensa. Recordó al cronista de la Villa Pedro Montoliú,  quien ha descrito el atasco de carruajes que solía causar y daba pie a abusos, "pues los animales destrozaban el empedrado, daban mal olor, perseguidos por los perros hacían caer a los vecinos y provocaban estampidas entre las mulas".

Pese a los avatares, la tradición es cada vez más próspera. ¿Cuál es la razón última de esta perseverancia? ¿Qué se celebra siglo tras siglo al agradecer a San Antón su tutela sobre los animales?, se pregunta el alcalde. "Quizá una arcana familiaridad, la conciencia vagamente intuida de que antes del lenguaje, antes de la herramienta, antes de ser dueños del fuego, antes de convertirnos en bípedos erectos y tantas veces fatuos, fueron los animales, y nosotros junto a ellos, los que estrenamos el mundo cuando aún todo era una promesa".

"La tranquila memoria de los animales -prosiguió- nos estimula y reconforta. Ellos advierten el terremoto antes de que el suelo tiemble, escuchan el trueno antes de que nos ensordezca, perciben el pálpito íntimo de la vida aun cuando nosotros permanecemos adormecidos". Además ellos, los animales, nos ofrecen su fidelidad, su calor, su constancia, su facilidad para emocionarnos.

El cambio del clima, el deterioro general del entorno natural, empiezan a inducir una nueva conciencia en el hombre, que se sabe abocado, si quiere sobrevivir, a buscar un sitio inédito y más modesto, pero también más digno y entrañable.  "Ese espíritu, que llamaríamos ecológico, pero que la figura de San Antón revela tan viejo como el mundo, es la forma actual en la que se expresan emociones y razones como las que inspiran este afecto por los animales que celebramos ahora", finalizó el regidor./
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