Jardín de las Tres Culturas

El Jardín de las Tres Culturas, o jardín simbólico, situado dentro del cuadrante nordeste del Anillo y realizado por Myriam Silber Brodsky. Esta paisajista ha jugado con el círculo, símbolo de lo trascendente, de lo celestial, y con el cuadrado, que representa lo terreno, para configurar un supuesto Paraíso rodeado por los jardines Judío, Árabe y Cristiano. 

El Paraíso consiste en una superficie delimitada por una fina acequia circular, alimentada por el agua que cae de otras cuatro que representan los cuatro ríos del Edén bíblico o del Paraíso coránico. Todo él aparece rodeado por la vegetación propia de un oasis, como son las palmeras, que cobijan el Árbol de la Vida, hecho de hormigón, acero, madera y compuesto por dos grandes pilares, al que se llega por una pasarela-puente. 

Al oeste, se encuentra el Jardín Judío o Vergel de Granados, superficie cuadrada limitada por restos de murallas; algunos de sus sillares han sido traídos expresamente de Jerusalén. Su trama ortogonal se rompe con la aparición del escudo de David, marcado en el mismo pavimento y que contiene una fuente, cuya agua va a una pequeña ría. Todas las especies plantadas en este recinto aparecen aludidas en la Biblia: granados, cipreses, cinamomos, higueras, almendros y setos de mirto, estando algunas sobre una pérgola. 

Al norte del Paraíso se encuentra el Jardín Árabe o Estancias de las Delicias, consistente en una zona cuadrada con una pequeña torre en cada ángulo y atravesada por dos paseos en forma de cruz, en cuyo centro hay una fuente de mármol blanco que surge de un pavimento de ladrillo y cerámica, debajo del cual hay un estanque y una ría. En los espacios que dejan los paseos y en un nivel más bajo aparecen naranjos, cipreses, árboles del amor, rosales, jazmines y lilos. 

Por último, el Jardín Cristiano recibe el nombre de Claustro de las Cantigas por estar ligado a la música. En él se recuerda a Alfonso X el Sabio, quien también fuera protector de eruditos judíos y musulmanes. El esquema elegido es el del claustro de un monasterio, del que se marcan los apoyos de las cuatro crujías características, así como el elemento central aquí representado por un abstracto templete. El resto espacio cruciforme lo componen elementos vegetales característicos de estos recoletos recintos: setos de lavanda romero y laurel, que limitan las tradicionales plantas aromáticas con propiedades medicinales, además de rosales y otras flores.

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